Kiss and Tell : En las Bahamas - Cap.29

Justin: si… si está pasando algo, y está pasando desde que te conocí – me miró fijo

Valentina: no entiendo que quieres decir – mis ojos se cristalizaron y Justin se quedó en silencio como si las palabras no pudieran salir de su boca, se levantó y caminó hasta aquí.

Justin: pensé, pensé toda la noche… - posó su mano en mi mejilla delicadamente – no podemos seguir con esto.

Eso. Solo unas cuantas palabras para que mi mundo se venga abajo, yo ya lo había dicho antes, mi felicidad no podía durar un par de días seguidos, No ¿Qué acaso la tortura nunca se iba a terminar?

Me rindo, lo acepto, mis fuerzas se agotaron. Lo amo.

Valentina: no puedes decirme eso – me alteré y el miró hacia ambos costados como si se percatara de que no hubiera nadie más ahí que nosotros dos.

Justin: tienen que entenderlo y ser fuerte – me ordenó como si a el no le afectara en lo más

Mínimo

Valentina: ¿Qué sea fuerte? – Reí irónicamente – como me puedes pedir que sea fuerte y luego me dices que me olvide de todo ¿eres idiota?

Justin: ¡cálmate! – me agarró por los brazos.

Valentina: ¿ya no te importo? – su expresión cambio y bajo la vista

Justin: yo… - logró decir antes de que lo interrumpa

Valentina: eso es, ya no te importo, ya no me quieres… o quizá nunca lo hiciste – se quedó callado y en ahí fue cuando supe que todo era mentira, una mentira hermosa, pero al fin y al cabo, mentira – jugaste conmigo, eso querías, me utilizaste para no sentirte solo y ahora que se acaba el viaje terminas conmigo para librarte de mi una buena vez – logré decirle mientras lloraba desesperadamente y el solamente se quedó quieto esperando que termine mi show.

Justin: tú no entiendes – trató de acercarse pero lo empujé

Valentina: yo si entiendo, y entiendo muy bien. No quiero verte más – di medía vuelta y corrí hasta mi habitación, no podía soportar estar en la misma casa con el y encontrármelo en cada rincón.

Tomé todo lo necesario y lo guardé en mi bolso, me vestí con lo primero que encontré y salí de la casa sin que nadie se diera cuenta.

Corrí, corrí hacia cualquier lugar para perderme, ya no quedaba nada, lo único que podía decirle ahora era “fue un placer conocerte”

Llegué hasta la playa, esa misma que me recordaba miles de momentos con él. Me tiré en la arena y lloré, lloré como nunca antes, lloré por que por primera vez conocía lo que era amar y ahora conocía lo que era la inmensa decepción.

¿Por qué me dañó? ¿Por qué me mintió diciéndome que me quería si no era verdad? ¿Por qué esperó para enamorarme para luego destruirme? Eran muchas preguntas y no tengo respuesta para ninguna.

Pasaron y pasaron las horas, no tengo noción de cuanto tiempo estuve en esa playa, recibí miles y miles de llamadas como nunca antes, pero las ignoré obvio, preferí perder mi tiempo mirando a las parejas felices que caminaban juntos de la mano, cada segundo era una agonía, cada segundo dolía más y más ¿Qué podía hacer ahora? Toda la gente que conocía en este lugar estaban a su alrededor y ese no era el lugar donde precisamente quería estar.

Me levanté de ese lugar como por inercia, si había alguien a quien podía recurrir. Caminé hasta el hotel cerca de la playa, el mismo donde nos alojamos por varias semanas, pedí el número de la habitación y subí por el ascensor, no tenía idea de lo que estaba haciendo pero no podía hacer nada más.

Toqué la puerta reiteradas veces, después de unos segundos la abrió.

Me quedó mirando por varios segundos, y me abrasó, no me lo esperaba pero lo necesitaba.

Valentina: ya no me quiere – mascullé entre sollozos – me siento horrible – dije aferrándome fuertemente a sus brazos.

Me introdujo dentro de la habitación y cerró la puerta atrás mío, me quedó mirando y sentí lastima por mi misma.

Yitz: tranquila – tomó mis manos y bajo la vista

Valentina: perdón, no tengo a nadie a quien más recurrir acá, mis amigos están todos en la casa – expliqué desesperadamente tratando de secar un par de lagrimas de mi cara – no le digas a nadie que estoy acá por favor – supliqué

Yitz: Valentina trata de calmarte – me pasó una botella de agua la cual traté de beber a pesar de mis temblorosas manos – no te preocupes, no le diré a nadie que estás aquí – la quedé mirando confundida – yo también sé lo que es que te lastimen, puedes llorar – mis ojos se hicieron agua otra vez y lloré nuevamente hasta quedarme dormida.

Desperté por el sonido de mi teléfono, era otra de las tantas llamadas de Justin, al menos eso me hacia recordar que tenía que seguir sufriendo.